Tenemos seis barcos a nuestro alrededor, como de costumbre,
pero a una distancia de 20-50 nm, demasiado lejos para verlos. Uno de ellos se
llama Navíos Antares, y ayer nos cruzamos con otro llamado Valencia Express.
Creo que de momento el más grande fue un tanque que medía 290 m, que sólo vimos
en el radar. Avistamos a diario soplidos de ballena, pero la distancia y las
olas no nos dan oportunidad de identificarlas.
Pero habíamos prometido hablar de otolitos, así que allá
vamos. Los otolitos son unas estructuras calcáreas que se encuentran en el oído
de los peces óseos (las rayas y tiburones también tienen pero son gelatinosos y
no se pueden usar para estimar su edad), comparables a nuestros huesos del oído
interno. Los otolitos están rodeados de tejido sensorial y hacen posible que el
pez detecte sonido, aceleración y gravedad. Son tres pares, pero nosotros sólo
usamos el más grande de ellos, que se llama sagittae. A bordo los extraemos,
limpiamos rápidamente y guardamos en pequeños sobres de papel en los que
apuntamos la especie, campaña, fecha, número de lance, longitud y sexo del
individuo. En esta campaña tradicionalmente se recogen otolitos de bacalao,
fletán y platija, pero este año sólo recogeremos de las dos primeras especies,
aunque mantendremos los objetivos iniciales de muestreo en lo que se refiere a
número de otolitos por sexo y rango de talla. El año pasado se recogieron 2000
pares de otolitos en Platuxa, casi la mitad de ellos de bacalao.
Otolitos de fletán negro |
Su análisis tiene necesariamente que esperar a llegar a
tierra. Además de un ojo muy bien entrenado para su lectura hace falta preparar
los otolitos para su observación bajo el microscopio. La forma y tamaño de
estos otolitos sagittae varía mucho de unas especies a otras, y por tanto,
también la dificultad para leerlos, que es la palabra que los biólogos usamos
para referirnos a su análisis. Al formarse los otolitos se van creando bandas
llamadas hialina y opaca. La primera deja pasar la luz, la segunda, no.
Generalmente, a lo largo de un año se forman una capa hialina y otra opaca, de
forma que igual que ocurre con los anillos de los árboles, los anillos hialinos
y opacos de los otolitos pueden usarse para estimar la edad de un pez. Los
otolitos de algunos peces pueden analizarse simplemente partiéndolos por la
mitad y quemándolos un poco para contar los anillos, pero en muchos casos el otolito partido se
embebe en resina, se pule la superficie y se corta en capas muy finas para
analizarlo bajo el microscopio y contar el número de anillos opacos o hialinos.
Suena muy fácil pero no lo es. De hecho los laboratorios oceanográficos
celebran de vez en cuando reuniones a nivel internacional para poner en común
sus metodologías y homogeneizar criterios.
Cuando nuestra muestra de varios cientos de otolitos,
digamos de bacalao, ha sido analizada el resultado es lo que llamamos una clave
talla edad: una tabla en la que tenemos una talla (por ejemplo cm) por fila y
una edad por columna, y donde registramos el número de bacalaos que hemos
encontrado para cada edad en una talla determinada. Aquí os mostramos parte de
una clave:
Edad / Age
|
Edad / Age
|
||||||||||
Talla / Length
|
0
|
1
|
2
|
3
|
Total
|
Talla / Length
|
0
|
1
|
2
|
3
|
Total
|
8
|
0
|
8
|
|||||||||
9
|
0
|
9
|
|||||||||
10
|
0
|
10
|
|||||||||
11
|
0
|
11
|
|||||||||
12
|
0
|
12
|
|||||||||
13
|
1
|
1
|
13
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
14
|
1
|
1
|
14
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
15
|
1
|
1
|
15
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
16
|
6
|
6
|
16
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
17
|
4
|
4
|
17
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
18
|
5
|
5
|
18
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
19
|
6
|
6
|
19
|
1,0
|
0,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
20
|
3
|
2
|
5
|
20
|
0,6
|
0,4
|
0,0
|
1,0
|
|||
21
|
3
|
2
|
5
|
21
|
0,6
|
0,4
|
0,0
|
1,0
|
|||
22
|
1
|
5
|
6
|
22
|
0,2
|
0,8
|
0,0
|
1,0
|
|||
23
|
1
|
5
|
6
|
23
|
0,2
|
0,8
|
0,0
|
1,0
|
|||
24
|
9
|
9
|
24
|
0,0
|
1,0
|
0,0
|
1,0
|
||||
25
|
4
|
1
|
5
|
25
|
0,0
|
0,8
|
0,2
|
1,0
|
|||
26
|
5
|
2
|
7
|
26
|
0,0
|
0,7
|
0,3
|
1,0
|
Esta tabla de la izquierda la convertimos en proporciones (ver
tabla derecha) para aplicarla a la distribución de tallas de nuestras capturas,
y así averiguar cuantos peces tenemos de cada edad. Esto es muy importante
porque el potencial reproductor aumenta con los años y saber la estructura
demográfica de la población nos da pistas acerca de su “salud”. En nuestro
ejemplo vemos que el 60 % de los peces de 20 cm tiene un año, y el 40%, dos
años. Y así sucesivamente.
También se sabe que la composición molecular del otolito
depende de la masa de agua en la que el pez ha crecido. Y es que no todo el
océano es una masa de agua uniforme. Hay muchos tipos de agua de mar, con
diferentes salinidades, temperaturas y concentraciones de iones en disolución.
Afortunadamente para la vida en la Tierra estas masas de agua se mantienen en
sus respectivas corrientes, que vienen a ser sus “rutas de circulación” en el
planeta sin atropellarse unas a las otras, tal y como han hecho durante
millones de años. Esto no significa sin embargo, que una masa de agua sea
inmutable. Ahora no vamos a profundizar en esto, pero hay una estrecha
interacción entre la atmósfera y los océanos. Los océanos tienen gran capacidad
de absorber anhídrido carbónico (uno de los gases cuya presencia en la
atmósfera ha aumentado rápidamente desde la Revolución Industrial), pero a
costa de alterar el ciclo químico de los carbonatos. Una de las consecuencias
directas de este proceso llamado acidificación del océano, resumiendo
muchísimo, es que la cantidad de iones carbonatos requeridos por los organismos
para construir exoesqueletos y otras estructuras calcáreas disminuye. Esta
“marca” que deja el agua marina con la variable concentración de iones se puede
detectar en los otolitos, que se convierten así en valiosísimas herramientas
para reconstruir las características físicas de los océanos y el cambio
climático en décadas pasadas. Hay importantes colecciones de decenas de miles
de otolitos procedentes de diferentes especies y caladeros en diversos centros
de investigación marina, entre ellos el IEO, esperando la llegada de recursos
económicos que permitan explotar su
potencial.
Esto no es todo sobre los otolitos, ni muchísimo menos, pero
esperamos haber despertado vuestra curiosidad sobre el tema y que esta
introducción sirva para que busqueis otras fuentes de información.
Y mañana más...
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