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jueves, 29 de mayo de 2014

A un millón de millas


¡Buenos días! ¿Le ha tocado a alguno de nuestros lectores el cupón de la ONCE-IEO de ayer? Si es así esperamos que el ganador nos invite a comer unas gambas cuando regresemos. Con o sin gambas seguimos nuestra ruta y hoy escribimos desde 43º04.9430 – 031º49.3500.

Anoche cruzamos la Dorsal Atlántica. Es impresionante pensar en esas montañas de más de tres mil metros de altura en el fondo del océano. Los lectores que se hayan incorporado este año y tengan curiosidad pueden ver el perfil del fondo del mar de la travesía de 2012 en el blog de ese año. O mejor aún, teclear Dorsal Atlántica en Google y leer información adicional. La dorsal sólo se puede ver en seco en tierras islandesas (en seco es un decir: sólo si el tiempo lo permite). Islandia entera es un afloramiento de la Dorsal Atlántica.

Tuvimos que esperar hasta después de cenar, pero por fin el viento disminuyó de treinta a ocho nudos y salió el sol, cuando se situó por debajo de las nubes. No vemos las estrellas, pero si podemos navegar en calma ya nos conformamos.

Ayer explicamos la necesidad de nuestro trabajo en el Gran Banco, y hoy empezaremos a describir cómo lo vamos a hacer exactamente.

Una vez izada la captura (de la pesca en sí ya os hablaremos la semana que viene), los oficiales la dejan caer por el pantano para que llegue al parque de pesca, que se encuentra en una cubierta inferior. Allí hay unas compuertas que abrimos poco a poco para que el pescado salga a un ritmo que permita su clasificación por especies. El pescado se separa (o tría) en cajas. Todas las cajas se van pesando. Es un rato de una intensa actividad física, porque de media se capturan entre 1000 y 1300 kg de pescado por lance, y cada individuo puede pesar de unos pocos gramos a 10-15 kg. Y hay que ir llevando las cajas llenas a la báscula. En función de la especie (si es pescado plano cabe más) cada caja pesa aproximadamente entre 30-35 kg.

Después del triado, los equipos se organizan para trabajar por parejas. Uno mide y/o corta, y el otro apunta. Para todas las especies, salvo para los granaderos y camarón, se registra la longitud total (de la boca al final de la cola) al centímetro inferior, es decir, si un pez mide 25.5 cm se apunta en 25 cm.  Para los granaderos se usa la longitud pre-anal, porque tienen una cola muy larga y puntiaguda que se rompe fácilmente, y la unidad de medida son 0.5 cm en lugar de centímetros enteros. Del camarón hablaremos otro día porque últimamente no se deja ver en la Cola del Banco. Para medir los peces usamos ictiómetros, que son sencillamente tablas graduadas con un tope en el cm 0. Generalmente se obtiene una estimación aproximada del número de peces de cada especie a medir en cada lance multiplicando por cuatro la diferencia entre la talla máxima y la mínima. Por ejemplo, si el pez más pequeño mide 15 cm y el más grande 40, con medir 100 individuos es suficiente (40-15=25; 25 x 4=100). A veces, como en el caso del fletán, no conseguimos un número de peces suficiente y por tanto es necesario medirlos todos.

Medir pescado es muy rápido y nos da bastante información. Además de conocer la proporción de individuos en cada talla podemos averiguar si en nuestra muestra hay presentes varias generaciones (que nosotros llamamos cohortes) de peces, identificadas por el número de picos (máximos) presentes en la curva.



Distribución de tallas de platija en 2009. El ojo inexperto puede distinguir bien cuatro cohortes.



Para las especies analizadas en reuniones internacionales (bacalao, platija americana, fletán negro, limanda, gallineta, granadero berglax, raya radiata, mendo) y otras que resultan de interés por motivos diversos, también registramos peso individual, sexo y el estado de madurez sexual, con el fin de monitorizar la proporción de machos y hembras, y de individuos inmaduros y en diferentes momentos del ciclo biológico (madurando, puesta, post-puesta). Si bien en muchos casos es relativamente fácil determinar el sexo de los peces, el estado de madurez es otra historia totalmente diferente. Además de haber diferentes escalas para diversas especies, como nos dijo nuestra compañera Lola Garabana, del C.O. A Coruña, es muy difícil adjudicar categorías definidas a un proceso continuo y, aunque en la teoría y con el estupendo material que presentaron en el seminario de madurez parezca una tarea sencilla, en realidad no lo es. Hay que considerar el aspecto general de la gónada, color, textura, si se distinguen los ovocitos (huevos en proceso de formación) en el caso de las hembras, el tamaño que tienen... A pesar de esto, en Platuxa 2013 se determinó el estado de madurez de más de 11000 peces. Normalmente también recogemos muestras de gónadas de hembras de fletán negro, bacalao y platija americana (nuestras especies estrella), que almacenamos en formol para su posterior análisis al microscopio, una vez en tierra. Este trabajo se lleva a cabo en el laboratorio de A Coruña. Para ello se hacen unos cortes muy finos de la gónada, que se tiñen para poder distinguir mejor los diferentes tipos de tejido. El análisis microscópico de madurez permite contrastar los datos macroscópicos (a ojo, vaya) recogidos durante la campaña. El año pasado se recogieron en total 583 gónadas. Con las muestras analizadas hasta la fecha de años anteriores se ha llegado a la conclusión de que a partir de ahora este muestreo puede ser bienal, que nos ha venido de perlas dada la escasez de personal que sufrimos en esta campaña.

Nuestro trabajo con los peces no acaba aquí. También extraemos otolitos, pero este muestreo os lo contaremos mañana porque merece una entrada completa. ¡No falteis!

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