¡Buenos días! ¿Le ha tocado a alguno de nuestros lectores el cupón de la ONCE-IEO de ayer? Si es así esperamos que el ganador nos invite a comer unas gambas cuando regresemos. Con o sin gambas seguimos nuestra ruta y hoy escribimos desde 43º04.9430 – 031º49.3500.
Anoche cruzamos la Dorsal Atlántica. Es impresionante pensar
en esas montañas de más de tres mil metros de altura en el fondo del océano.
Los lectores que se hayan incorporado este año y tengan curiosidad pueden ver
el perfil del fondo del mar de la travesía de 2012 en el blog de ese año. O
mejor aún, teclear Dorsal Atlántica en Google y leer información adicional. La
dorsal sólo se puede ver en seco en tierras islandesas (en seco es un decir:
sólo si el tiempo lo permite). Islandia entera es un afloramiento de la Dorsal
Atlántica.
Tuvimos que esperar hasta después de cenar, pero por fin el
viento disminuyó de treinta a ocho nudos y salió el sol, cuando se situó por
debajo de las nubes. No vemos las estrellas, pero si podemos navegar en calma
ya nos conformamos.
Ayer explicamos la necesidad de nuestro trabajo en el Gran
Banco, y hoy empezaremos a describir cómo lo vamos a hacer exactamente.
Una vez izada la captura (de la pesca en sí ya os hablaremos
la semana que viene), los oficiales la dejan caer por el pantano para que
llegue al parque de pesca, que se encuentra en una cubierta inferior. Allí hay
unas compuertas que abrimos poco a poco para que el pescado salga a un ritmo
que permita su clasificación por especies. El pescado se separa (o tría) en
cajas. Todas las cajas se van pesando. Es un rato de una intensa actividad
física, porque de media se capturan entre 1000 y 1300 kg de pescado por lance,
y cada individuo puede pesar de unos pocos gramos a 10-15 kg. Y hay que ir
llevando las cajas llenas a la báscula. En función de la especie (si es pescado
plano cabe más) cada caja pesa aproximadamente entre 30-35 kg.
Después del triado, los equipos se organizan para trabajar
por parejas. Uno mide y/o corta, y el otro apunta. Para todas las especies,
salvo para los granaderos y camarón, se registra la longitud total (de la boca
al final de la cola) al centímetro inferior, es decir, si un pez mide 25.5 cm
se apunta en 25 cm. Para los granaderos
se usa la longitud pre-anal, porque tienen una cola muy larga y puntiaguda que
se rompe fácilmente, y la unidad de medida son 0.5 cm en lugar de centímetros
enteros. Del camarón hablaremos otro día porque últimamente no se deja ver en
la Cola del Banco. Para medir los peces usamos ictiómetros, que son
sencillamente tablas graduadas con un tope en el cm 0. Generalmente se obtiene
una estimación aproximada del número de peces de cada especie a medir en cada
lance multiplicando por cuatro la diferencia entre la talla máxima y la mínima.
Por ejemplo, si el pez más pequeño mide 15 cm y el más grande 40, con medir 100
individuos es suficiente (40-15=25; 25 x 4=100). A veces, como en el caso del
fletán, no conseguimos un número de peces suficiente y por tanto es necesario
medirlos todos.
Medir pescado es muy rápido y nos da bastante información.
Además de conocer la proporción de individuos en cada talla podemos averiguar
si en nuestra muestra hay presentes varias generaciones (que nosotros llamamos
cohortes) de peces, identificadas por el número de picos (máximos) presentes en
la curva.
Distribución de tallas de platija en 2009. El ojo
inexperto puede distinguir bien cuatro cohortes.
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Para las especies analizadas en reuniones internacionales
(bacalao, platija americana, fletán negro, limanda, gallineta, granadero
berglax, raya radiata, mendo) y otras que resultan de interés por motivos
diversos, también registramos peso individual, sexo y el estado de madurez
sexual, con el fin de monitorizar la proporción de machos y hembras, y de
individuos inmaduros y en diferentes momentos del ciclo biológico (madurando,
puesta, post-puesta). Si bien en muchos casos es relativamente fácil determinar
el sexo de los peces, el estado de madurez es otra historia totalmente
diferente. Además de haber diferentes escalas para diversas especies, como nos
dijo nuestra compañera Lola Garabana, del C.O. A Coruña, es muy difícil
adjudicar categorías definidas a un proceso continuo y, aunque en la teoría y
con el estupendo material que presentaron en el seminario de madurez parezca
una tarea sencilla, en realidad no lo es. Hay que considerar el aspecto general
de la gónada, color, textura, si se distinguen los ovocitos (huevos en proceso
de formación) en el caso de las hembras, el tamaño que tienen... A pesar de
esto, en Platuxa 2013 se determinó el estado de madurez de más de 11000 peces.
Normalmente también recogemos muestras de gónadas de hembras de fletán negro,
bacalao y platija americana (nuestras especies estrella), que almacenamos en
formol para su posterior análisis al microscopio, una vez en tierra. Este
trabajo se lleva a cabo en el laboratorio de A Coruña. Para ello se hacen unos
cortes muy finos de la gónada, que se tiñen para poder distinguir mejor los
diferentes tipos de tejido. El análisis microscópico de madurez permite
contrastar los datos macroscópicos (a ojo, vaya) recogidos durante la campaña.
El año pasado se recogieron en total 583 gónadas. Con las muestras analizadas
hasta la fecha de años anteriores se ha llegado a la conclusión de que a partir
de ahora este muestreo puede ser bienal, que nos ha venido de perlas dada la
escasez de personal que sufrimos en esta campaña.
Nuestro trabajo con los peces no acaba aquí. También
extraemos otolitos, pero este muestreo os lo contaremos mañana porque merece
una entrada completa. ¡No
falteis!
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